martes, 22 de noviembre de 2011

¿A que huelen las nubes?

Es una buena, pregunta, va a ser verdad que B. piensa y todo, esa que me hace la vida un poco más sencilla todos los días, en clase, me planteo esa duda.
Y es cierto, esas nubes, a las que se les pone un tacto de algodón y un sabor dulce.
Aunque en invierno tal vez tengan un sabor así un poco amargo, de frío, pero bueno, como si fuesen una taza de café sólo.
Eso sí, no pienso que huelan igual en verano que en invierno, esas nubes blancas, blancas del verano y la primavera, a veces inexistentes, a estas nubes de otoño, como esponjosas, cargadas de agua, de aire, más grises, oscuras...
Que huelen a lluvia, ese olor que hace años tanto te gusta, al calor de unos brazos, a risas, vidas sin complicaciones, a chocolate calentito, a besos y abrazos con nariz y orejas frías, a pies bajo sábanas intentando entrar en calor, a escalofríos que dan esas manos bajo el jersey.

Esas nubes grises, típicas aquí, que ocultan, tanto esas estrellas que hace apenas unas semanas nos observaban centelleantes, y tambien nos esconden esa luna llena, que me gusta ver reflejada en tus ojos, que de vez en cuando intenta abrirse paso entre ellas y los aviones esos sobre los que hacemos planes que algún día, pronto llevaremos a cabo.
Llevamos unos días bajo ellas, y tenemos muchos días por delante, para ponerles olor, forma, color, sabor y hasta nombre a cada nube que nos rodee por aquí, asignarle una carcajada, conocerlas como cada rincón de la ciudad, cantarles una canción, escribir una historia sobre todas ellas, y dejarnos empapar, por cada gota que caiga de ellas.
Porque al final, da igual si es verano o es invierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu huella! (: