jueves, 5 de diciembre de 2013

Sigo siendo la chica azul.
La misma a la que asaltan los nubarrones un día cualquiera, lo haya esperado, o me pille de repente, con los ojos aún entreabiertos.
Me he quitado la manía de dejarme robar la sonrisa, y no nos dejamos llevar.
Somos una.
Cargadas de besos y mimos. De historias y pequeñas anécdotas; de lágrimas, por lo bonito y por lo que fue (y es) un poco más feo.
Siguen los defectos, las caídas y los sueños.
Intentamos aguantar de pie lo que venga, que hay por quién luchar, aunque a veces sólo sea por uno mismo.
La idea está en seguir viéndome reflejada en los ojos claros que más quiero, todos los días; en compartir las carcajadas más variadas, aunque sea de vez en cuando.
En aprender, mucho, mucho, que es el momento.
Conocerme, conocerlo, conocernos, y vivir más.
Ha cambiado el paisaje, el de las cuatro paredes que nos rodean, que son más frías; el mayor problema es el mar, que ya no lo veo desde la ventana todas las mañanas, aunque la calidez de nuestra cama está por encima de esto, y vamos superando los baches.
En un mar de caos propio, voy viviendo, lo mejor posible, intentando quitar a pinceladas el frio de cada entresijo de mi cuerpo, que no cale, que el frío nos invade y a base de abrazos y arañazos nos desharemos de el.

Me voy despidiendo del año, uno de los grandes, de la peor manera, que estas líneas no dicen nada, que el frío me jode la inspiración, y sus labios también tienen la culpa. 

Disfrutad, de todo un poco. Sonreir bonito.

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